La Ansiedad es un sistema de alerta, que se activa ante un peligro o amenaza futura. Genera una marcada activación del organismo que sirve para que se pongan en marcha conductas como el escape, la evitación o la lucha con los elementos amenazantes.
Se convierte en problemática cuando es desmesurada respecto al estímulo que la genera, por presentarse repetidamente y/o prolongarse en el tiempo.
Es común que la ansiedad genere trastornos fisiológicos y se manifieste también a nivel psicológico, produciéndose un mayor número de distracciones, hipervigilancia, aprensión, irritabilidad e inseguridad.
Los pensamientos pueden ser amenazantes, sobrevalorando el riesgo y minimizando los propios recursos.
Un 70% de los trastornos depresivos presentan ansiedad en diferentes grados y tipos. Un porcentaje todavía mayor de personas que sufren trastornos de ansiedad, terminan por presentar también sintomatología depresiva de diversa consideración.
El ánimo es una emoción relacionada con el sistema de conservación o regulación de la energía y la motivación. El estado de ánimo deprimido, o depresión, se activa ante eventos pasados que implican pérdida, degradación o fallos, produciéndose quietud, disminución o lentificación de los movimientos, y una tristeza profunda.
Si no es excesiva sirve para dejar que el tiempo cure las heridas, recibir apoyo social que supla las posibles pérdidas, recargar la energía, y facilitar la resolución de los problemas. Pero si persiste en exceso, puede ser que los conflictos existentes permanezcan irresueltos, se produzca aislamiento social, pérdida del sentido de la existencia, mayor abatimiento y la creencia de que no existe solución para los problemas. La atención y el pensamiento se orientan preferentemente a las pérdidas, fallos o degradaciones imaginadas o reales, que generan honda tristeza, culpa inapropiada, disminución de la autoestima y, en algunos casos, ideación suicida.